“Respondió Rut: No me ruegues que te deje, y me aparte de ti; porque a dondequiera que tú fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios. Donde tú murieres, moriré yo, y allí seré sepultada; así me haga Jehová, y aun me añada, que sólo la muerte hará separación entre nosotras dos.” A menudo se ha escuchado tal ejemplo puesto en la predicación durante una boda, hasta algunas veces se escucha en los mismos votos de una pareja. Son palabras sumamente fuertes; una expresión de fe en Rut a pesar del desánimo de su suegra. Lo vamos a considerar más en este estudio, pero antes quiero mencionar el aspecto dispensacional de este pequeño libro.
Notamos la semana pasada que el hombre que dejó la tierra prometida por el hambre se llamaba Elimelec o “Mi Dios es rey”. Recordamos que el nombre Israel quiere decir “Príncipe con o de Dios.” Pero el hombre con este nombre tan bonito se fue de la tierra para nunca regresar, sino para morir entre los paganos. Sus hijos Mahlón (enfermedad) y Quelión (moribundo) también murieron entre los paganos. Podemos decir que estos tres nos pueden hablar de la condición actual de la nación de Israel. Echados de su tierra por no confesar que Dios era su rey, se encontraron cautivos en Babilonia. Dios les otorgó un poco de reavivamiento en los días de Zorobabel, Esdras, y Nehemías pero era una cosa enferma y moribundo, pues cuatrocientos años después vino su Mesías, el Señor Jesús y no lo reconocieron. “A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron.” Juan 1:11
Nos gustaría quizás pensar que en Rut vemos la salvación de los gentiles en el día de la gracia. Me parece más probable (y en esto estoy sujeto a los pensamientos de mis hermanos mayor instruidos) que vemos en Rut, aunque era gentil, un prototipo del remanente de Israel volviendo con dificultad a su Booz, su Mesías el Señor Jesús antes de la venida del reino del milenio. “Así me haga Jehová, y aun me añada…” dijo Rut que nos enseña que su relación era no solo con Dios, sino con Jehová, el Dios de Israel. “Con cuerdas humanas los atraje, con cuerdas de amor; y fui para ellos como los que alzan el yugo de sobre su cerviz, y puse delante de ellos la comida.” Oseas 11:4 Esto vamos a ver, Dios mediante, en el prototipo de Booz, ganando el corazón de Rut. Así el remanente de Israel, igual que los hermanos de José van a pasar por un tiempo de profundo arrepentimiento, y así reconocer a su Mesías de verdad, el Señor Jesucristo.
Pero volvemos a ver a Noemí y sus nueras viudas mientras vuelve a su tierra, traído no tanto por fe sino por la vista (o en este caso, sus oídos.) “Entonces se levantó con sus nueras, y regresó de los campos de Moab; porque oyó en el campo de Moab que Jehová había visitado a su pueblo para darles pan.” Iba adolorida por su soledad, amarga en espíritu y de mal ejemplo a sus nueras en verdad. “Andad, volveos cada una a la casa de su madre; Jehová haga con vosotras misericordia, como la habéis hecho con los muertos y conmigo. Os conceda Jehová que halléis descanso, cada una en casa de su marido.” Les hablaba de Jehová y su misericordia, pero a la vez diciéndoles que volviesen a su tierra. En la una que si volvió (Orfa) acaso vemos a los infieles de la nación de Israel en el día futuro que buscarán su refugio en la idolatría de la bestia.
Más por nosotros en el día de hoy, vemos el mal testimonio de una que andaba diez años fuera de comunión con su Dios. Con palabras bien fuertes hablaba a sus nueras, las dos que al principio pensaron seguirla. “No, hijas mías; que mayor amargura tengo yo que vosotras, pues la mano de Jehová ha salido contra mí.” Noemí siente que es más que las tragedias de la vida que le han pasado a ella; siendo las nueras extranjeras sin conocimiento del Dios verdadero, su desgracia puede ser llamada la de todo el mundo. Pero con Noemí era algo diferente. “la mano de Jehová ha salido contra mí.” Vemos su amargura pero a la vez notamos que el arrepentimiento empieza aquí, tomando las circunstancias de la mano de Dios. Vemos en los hermanos de Jose algo semejante cuando vieron que las cosas les iban mal la primera vez que fueron a buscar comida en Egipto y vieron a José sin saber quién era. “Y dijo a sus hermanos: Mi dinero se me ha devuelto, y helo aquí en mi saco. Entonces se les sobresaltó el corazón, y espantados dijeron el uno al otro: ¿Qué es esto que nos ha hecho Dios?” Génesis 42:28 Noemí sigue “Yo me fui llena, pero Jehová me ha vuelto con las manos vacías” dejándonos saber que el hambre, en vez de ser hambre de la tierra, era hambre espiritual de su alma y así dijo “Me fui llena…” En la confesión empieza el proceso de un arrepentimiento muy saludable.
Pero dentro de la lamentación de Noemí, que bueno es leer la confesión y deseo de Rut. “No me ruegues que te deje, y me aparte de ti…” No dudo que su conocimiento del Dios de Israel, era por el testimonio de Noemí. ¿Se acuerda del testimonio de Jonás a los marineros paganos? “Y él les respondió: Soy hebreo, y temo a Jehová, Dios de los cielos, que hizo el mar y la tierra. Y aquellos hombres temieron sobremanera, y le dijeron: ¿Por qué has hecho esto? Porque ellos sabían que huía de la presencia de Jehová, pues él se lo había declarado.” Jonás 1:9-10 El entendimiento de los marineros paganos era mayor que el entendimiento del profeta que andaba lejos de Jehová. Igual vemos aquí con Rut. Ella por gracia se da cuenta que su única esperanza era con Jehová el Dios de Israel.
Terminamos notando como Noemí quiso que sus hermanos la cambiaran de nombre. “Ella les respondía: No me llaméis Noemí, sino llamadme Mara…” “en grande amargura me ha puesto el Todopoderoso.” Pero en la gracia Jehová iba a enseñarla que no era solo el Todopoderoso sino un Dios de amor y misericordia. Sus vecinos nunca prestaron atención de su deseo de ser llamado “Mara.” Ni una vez más se menciona este nombre en el libro de Rut.
28 octobre de 2018